Entre lienzos de falsos talismanes
te pierdes en la sombra de la noche.
Te busco entre los frunces del otoño
y mi jadeo roza tu costado,
y desde tu inmutable pedestal
altivo me preguntas,
¿Me persigues acaso?
Y un fuego absurdo acude a mis mejillas.
Tú, ríes, ríes,
Con la burla pintada entre los labios,
y yo deploro el frío de tus manos
y de las mías el anhelo.
Y son mis ojos los que se confiesan
mientras mi boca hilvana una plegaria
que a salir no se atreve.
Ven, acercate
a compartir el aire que respiro.
Ven, que los pedestales no fueron erigidos
para ningún mortal.
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