Me
atraes a tu playa sin remedio
con
la marrullería de tu canto.
Me
arrojo al mar sin brújula y sin barca,
cabalgo
entre las olas a lomos de un poema,
y
sollozo en el lecho del naufragio
perdida
en la marea de mi angustia
porque
entre el desconcierto de versos omitidos
únicamente
alcanzo a contemplar
la
sombra de tu espalda.
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