domingo, 16 de octubre de 2016

Mi doctrina

                                                   

No tengo más doctrina que tu boca,
mi credo son tus labios, y tus besos,
y muero por tenerte entre mis brazos
bajo el gris desolado del invierno.

El frío se eterniza en mi tejado
recubriendo mis noches de silencio,
a gloria ya no suenan mis campanas
ni fulgen las estrellas en mi pecho.

¡Qué camino más largo hasta tus manos,
cuánta espina clavada entre  mis dedos,
qué senda  tan estrecha hasta tus ojos,
cuántas rosas marchitas en mi pelo!

Vago en la inmensidad de mi delirio
los pájaros detienen su aleteo,
ya no oigo los susurros de sus cantos
¡sólo oigo... los ladridos de los perros!









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