En mi alma de ceniza calcinada
desgarran los gemidos de tu fuego
relámpagos que cortan la negrura
y estallan en mi vida como truenos
De pámpano y durazno está mi vientre
esperando el ataque de los cuervos
que devoren las ansias que traspasan
los fríos y las nieves de mi invierno.
Las magnolias prolíficas florecen
entre las olas de tu ofrecimiento
oleaje bravío que se escapa
como susurro que se lleva el viento.
¡Cuánto frío soporta la amargura
que nace del insomnio y de mis miedos!
¡Cuánto frío soporta mi tristeza,
cuánto daño flamea
por mi pecho!
No es tu culpa la sombra de mis ojos,
ni es culpa tuya si de
amor me muero
ni es tu culpa este llanto que me aqueja,
ni es la mía... si en sueños te deseo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario