Pinta mis ojos con azul de cielo,
regálame la luna,
que mañana la prenderé en mi pelo.
No quiero más fortuna
que tus labios de dulce caramelo
y amargor de
aceituna.
“Entúrbiame los ojos con tu canto”
y cúbreme de estrellas,
y no mires mi rostro con espanto
que mis surcos son huellas
del dolor y profundo desencanto
que dejó tu querella.
Mil veces me llamaste pobre loca
con tus gritos de trueno
crueles y duros, como dura roca
incrustada en mi seno,
y enloquecí con
besos de tu boca
que fueron mi veneno.
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