Te sueño volcán incandescente,
me transportas
a la llama de tu fuego
que me convierte en ceniza.
Voraz pruebo el licor de tus labios
y ya no quiero despertar.
Pero… despierto, y noto
que el invierno es
crudo,
y la soledad, una loza helada
que me oprime y que me ahoga.
Y de un sorbo bebo
el acíbar
que dejó tu ausencia entre mis labios.
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