Dejó de soplar el
viento
en el ciclo de la
vida,
de tus manos cayó el
bieldo
pero quedó la semilla
limpia de paja en tus
dedos.
Reclinada ante tu
lecho
la mujer que más te
ama
quiere infundirte su
aliento
y tus manos
escarchadas
las va cubriendo de
besos.
Cruzas con pleno
derecho
las puertas del
paraíso
y llevas sobre tu
pecho
todo el amor y el
cariño
que sin medida te
dieron.
Cuando se abrieron los
cielos
se apagaron las
estrellas
quedó la noche en
silencio
sin flores la primavera
y el surco vencido y
yermo.
Y en la quietud del
recuerdo
con aromas de
aceitunas,
de tomillo y de romero
entre las sombras
difusas
te voy desgranando
versos.
Rosario Bersabé
2 comentarios:
Precioso homenaje.
Un cariñoso saludo Rosario.
Gracias, Antonio.
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