He perdido la ilusión por las veredas del tiempo,
mi ánimo ha fenecido tan raudo como tu adiós.
El hielo de tu disculpa hiere como daga incandescente.
¡Ay, qué profundo es mi pesar cuando te pienso!
Trago una lágrima que gravita en mi garganta
y como una espina raja mi pecho.
Afilado bisturí que muerde mi cobardía.
Dolencia que se refugia en el delirio y la fiebre
de pensarte … y no tenerte.
31 de enero de 2015