Yermos y secos creía,
ya, mi pluma y mi tintero
mas me dijiste te quiero
y floreció mi poesía.
Comprendí que aún tenía
sangre caliente en mis venas,
y que danzantes arenas
fulguraban de belleza,
y crecían con tibieza
de nuevo las azucenas.
ya, mi pluma y mi tintero
mas me dijiste te quiero
y floreció mi poesía.
Comprendí que aún tenía
sangre caliente en mis venas,
y que danzantes arenas
fulguraban de belleza,
y crecían con tibieza
de nuevo las azucenas.
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